jueves, 28 de febrero de 2008

HIMNO A TUPAC AMARU


Tupac Amaru Padre del trueno ya esta naciendo tu gran nación ya están prendiendo tus guerrilleros grandes fogatas de insurrección.

Tupac Amaru cóndor de fuego brama en el pueblo tu corazón eres incendio en los combates canto y banderas de rebelión .


Tus hijos saben que de su pobreza no comerá ya más el patrón por fin el pueblo no será esclavo ni habrán cadenas de explotación.


Tupac Amaru Padre del trueno ya esta naciendo tu gran nación ya están prendiendo tus guerrilleros grandes fogatas de insurrección.


Tupac Amaru hijo del sol quema tu sangre, arde tu voz te esperan los oprimidos Tupac Amaru libertador Tupac Amaru Padre del trueno ya esta naciendo tu gran nación.

LA REBELION DE TUPAC AMARU


LA REBELION DE TUPAC AMARU

Algunas consideraciones sobre el caracter de la lucha de Tupac Amaru y de su influencias de la época


La invasión europea no fue aceptada pacíficamente por las poblaciones indígenas, así como la resistencia presentada por el Movimiento de Resistencia Amazónica, comandada por Juan Santos Atahualpa, también existieron movimientos de Resistencia Andina, y a pesar de que existieron contactos y semejanzas, nunca llegaron a realizar una coordinación en sus luchas contra los invasores. Como una de las más importantes luchas de resistencia andina, se encuentra el movimiento realizado por Túpac Amaru.


José Gabriel Condorcanqui, descendiente de Huayna Cápac, hijo legítimo de Miguel Túpac Amaru y de Rosa Noguera nació en Tinta, antiguo corregimiento, hoy distrito de la Provincia de Canchis, departamento del Cusco, el 19 de Marzo de 1743. Por su condición era un hombre instruido y de patrimonio holgado, dentro de sus propiedades estaban sembríos de coca, minas y tierras con productos de panllevar, pero su actividad económica más rentable era el arriaje (servicio de carga) pues contaba con 350 mulas que realizaban estas labores del Cusco a Alto Perú (Bolivia). Túpac Amaru fue uno de los pocos de la nobleza que conocieron y comprendieron los problemas de su región, de otros miembros de la nobleza y de su raza; pese a ser descendiente de los Incas de Vilcabamba, su situación no era reconocida por los españoles. Los habitantes indígenas no vieron en Túpac Amaru solo a un jefe político, sino veían en el al Inca de los antiguos tiempos. Esta atribución de carácter semidivina dada por sus seguidores, le hizo conformar un ejército numeroso, principalmente conformada por la población marginal y desarraigada.


El movimiento revolucionario iniciado por Túpac Amaru, tuvo sus inicios geográficamente en los departamentos del Cusco y Puno, llegando a dominar las regiones de Andahuaylas por el norte, y Moquegua por el Sur, posteriormente se extendió hasta el Alto Perú (Bolivia). El ejército de Túpac Amaru estaba comandado por sus parientes, se estableció un orden de mando jerárquico siguiendo el modelo español, es decir con capitanes, coroneles, etc.En el pueblo de Tinta, al Sudeste del Cusco, en la noche del 4 de Noviembre de 1780, mientras se celebraba una fiesta, el cacique mestizo de Pampamarca, Surimana y Tungasuca, José Gabriel Condorcanqui o TUPAC AMARU, se sublevó en armas en protesta contra las malas autoridades, por los abusos que cometían los Corregidores en el cobro del tributo y por las injusticias que cometían en el sistema de los repartimientos mercantiles, exigiendo la instauración de una Audiencia en el Cusco para que hiciera justicia a sushermanos de raza. Consiguió movilizar un gran ejército entre 20,000 hasta 60,000 personas, compuestos por hombres, mujeres y hasta niños.Al estallar la rebelión, apresó al corregidor Antonio de Arriaga, quien fue sometido a juicio popular, siendo ejecutado en la plaza de Tungasuca en protesta por los abusos cometidos. Iniciada la cruzada de protesta avanza con su ejército en mayoría armados pobremente con palos y hachas, destruyendo los obrajes de Pomacanchi y Quiquijana.

El 18 de Noviembre de 1780, Túpac Amaru II, realiza su primera batalla en Sangarara, a pesar que los españoles se habían atrincherado en el templo de la ciudad, el caudillo no vaciló en el ataque logrando derrotarlos. Después cometería un gran error estratégico, pues en enero de 1781, dejó la ciudad y se dirigió hacia el Sur en busca de más gente, en lugar de atacar la ciudad del Cusco, en los meses siguientes controló el territorio del sur del Cusco hasta el Alto Perú. Este error estratégico le dio tiempo al VirreyAgustín de Jaúregui para que reorganizara el ejército realista, siendo apoyado por los Curacas fieles a España, quienes reclutaron guerreros indígenas que sumados a las fuerzas españolas organizaron un ejército de más de 17,000 hombres, quienes fueron enviados desde Lima, al mando del visitador Juan Antonio de Areche, con la orden de derrotar a las fuerzas del revolucionario.Desde Lampa Túpac Amaru regresó para atacar el Cusco, pero fue rechazado y tuvo que retirarse a Tinta en donde se libró una cruenta y sangrienta batalla el 6 de Abril de 1781, siendo derrotado obligado a replegarse. Cuando pasó por la ciudad de Langui, en un acto de traición por su propio coronel, fue apresado por los realistas junto a su esposa, hijos y parientes.



El visitador Juan Antonio de Areche dispuso un proceso judicial breve, por el cual Túpac Amaru II, su esposa Micaela Bastidas, con toda su familia y principales seguidores fueron sentenciados a la pena de muerte que sería aplicada utilizando distintos métodos.El 18 de mayo de 1781 Túpac Amaru presenció la muerte de su esposa, hijos y parientes, quienes fueron ahorcados y luego descuartizados; luego sería el caudillo atado de las extremidades sujetas con sogas a las monturas de cuatro caballos montados por mestizos, los que empezaron a tirar en cuatro direcciones; al no poder descuartizarlo, se le corto la lengua y se le decapitó. Así llegó a su fin la gran rebelión de Túpac Amaru II.
Diversos historiadores coinciden en sostener que la derrota de la rebelión de Túpac Amaru se debió entre otros factores a:



a) La localización del movimiento, debido a que el 80% de la dirigencia del movimiento provenía de las provincias de Canas y Canchis.
b) Las rivalidades existentes entre la nobleza indígena, quienes a pesar de compartir los mismos abusos, estaban contra el liderazgo del movimiento, es decir contra Túpac Amaru.
c) Las rivalidades étnicas entre los indios, que fue aprovechada por los españoles para reforzar sus ejércitos y poder acabar con la insurrección.
d) Las fallas tácticas y estratégicas cometidas por Túpac Amaru, como de no atacar el Cusco cuando fue propicio, demora que fue aprovechada para reforzar la ciudad y contener el ataque que realizó contra esta ciudad.



Aplastada la rebelión de Túpac Amaru, la colonia española, dispuso la creación de la Audiencia en el Cusco, con la finalidad de poder controlar más eficientemente la región, se adujo en salvaguarda de los indios, pero esta institución casi no cambió en nada la situación del indígena.


LA REVOLUCIÓN DE TÚPAC AMARU
Este ascenso de la lucha nacional indígena alcanzó su punto más alto con el levantamiento de JOSE GABRIEL CONDORCANQUI NOGUERA "TÚPAC AMARU". Esta rebelión, iniciada el 4 de noviembre de 1780 con la captura y ejecución del cruel corregidor Arriaga, llegó a su punto más alto con el asedio del Cuzco.

Posteriormente, la lucha fue continuada por Diego Cristóbal, Pedro Vilcapaza y los Katari que llegaron a tomar Puno y La Paz, radicalizando cl contenido programático de la revolución. La Revolución Tupacamarista se expandió por el Perú y Bolivia y llegó hasta el norte chileno y argentino, teniendo influencia en Colombia con la llamada Revolución de los Comuneros del Rosario, encabezada por el mestizo José Antonio Galán y el cacique Zape Zipa, que proclamó a Túpac Amaru "Inca de América". Alcanzó, de esta manera, una proyección continental.Túpac Amaru fue asesinado junto a su inolvidable compañera Micaela Bastidas, quien alguna vez expresara: "Por la libertad de mi pueblo he renunciado a todo. No veré florecer a mis hijos...".
La participación revolucionaria de la mujer peruana tiene en esta gesta, también, a Tomasa Titu Condemayta y Bartolina Cisa, como dignos ejemplos.

Pero, la revolución de Túpac Amaru trasciende los siglos por su programa. Para nosotros, ser revolucionarios, significa luchar por la Liberación Nacional y asumir las posiciones de la clase revolucionaria de su época. Espartaco que luchó contra la esclavitud, no levantó las mismas banderas revolucionarias de hoy, pero expresaba lo más avanzado de su época. Por eso, los comunistas alemanes asumieron su nombre.Túpac Amaru levantó lo más avanzado de América en la lucha anticolonial Representó la conciencia nacional indígena que perseguía la libertad de la patria bajo la hegemonía indígena, pero que también buscaba integrar bajo ese manto, a las demás razas etnias y nacionalidades. El proclamarse Inca reivindicaba el pasado indígena y su radical decisión de lucha contra la dominación colonial. No debemos olvidar que entonces el significado de Inca equivalía a "padre", "fundador", "conductor", y el Tawantinsuyo era presentado como un imperio justo e igualitario. Tanto el reparto de estampas con su imagen reivindicando su título, como la proclama de independencia redactada de puño y letra y hallada en su bolsillo, ratifican su total vocación libertaria. Defendió la igualdad de las razas, y convocó a los criollos, mestizos y negros a la revolución. Fue un gesto simbólico la decisión que fuera el Negro Oblitas quien ejecutara al corregidor Arriaga.En lo económico, además de proclamar la desaparición de los tributos coloniales, proclamó la abolición de la esclavitud, la mita como sistema de sojuzgamiento indígena, y los obrajes; y llamó a repartir las tierras de los españoles entre todos aquellos que se alzaran contra la dominación hispana.

José Gabriel asumió las banderas de la revolución francesa. La derrota de la revolución impidió saber cuál hubiera sido su forma de gobierno, sin embargo, algo se puede deducir. La designación de sus jefes militares combinó nobles indios con la capacidad de otros como los Katari o Pedro Vilcapaza, que además representaron el sector más radical.La crueldad y el ensañamiento de los colonialistas, el "olvido" posterior de la oligarquía y su conversión posterior a simple "precursor", rebela el odio histórico que generó la revolución Tupacamarista en las clases dominantes. En el Virreynato del Plata usaron el término "tupamaro" para designar a todo revoltoso. Esa tradición fue recogida por los revolucionarios uruguayos, para reiniciar la lucha armada.Ningún movimiento independentista de América asumió banderas tan radicales, Túpac Amaru expresó lo más avanzando de la lucha anticolonial en todo el continente. Túpac Amaru expresa la esperanza frustrada, hasta hoy, de nuestro pueblo. Túpac Amaru es el padre de nuestra rebeldía y nuestra nacionalidad. Por eso, recogemos su nombre para llevarlo hasta las últimas consecuencias.

La razón de la derrota fue su debilidad clasista. Los curacas patriotas sólo eran un puñado, mientras la mayoría de la aristocracia indígena estuvo al lado de los españoles; los criollos, algunos de los cuales simpatizaron en la etapa de preparación, abandonaron el proyecto por su base social indígena, su método insurreccional y su contenido revolucionario. Faltó, asimismo preparación político-militar a la rebelión; y a ello se agregaron los errores militares tácticos: la indecisión de tomar Cuzco y aniquilar a los curacas colonialistas, no pasar a tiempo a las formas irregulares de guerra, la falta de cuidado más firme en la conducción revolucionaria, etc.

La derrota de la Revolución de Túpac Amaru liquidó las posibilidades históricas del proyecto nacional indígena.La lucha fue continuada durante varios decenios en forma bastante dispersa, hasta que algunos criollos asumieron banderas patrióticas aliadas a jefes indígenas como Aguilar y Ubalde, Francisco de Zela, Enrique Paillardelli, los hermanos Ángulo, el Cura Muñecas o los alcaldes indios de Huanuco.En esta larga guerra, cayeron lodos los jefes revolucionarios de nuestra patria, pero la llama rebelde de nuestro pueblo no se apagó: un poderoso movimiento guerrillero se expandió por todo el país (50 son conocidos en la etapa definitoria de la independencia). Este proceso de acumulación seguramente hubiera conducido a un nuevo salto de una guerra revolucionaria más expandida y fuerte. Ese proceso fue acelerado por la llegada de las expediciones emancipadoras del Sur y Norte, pero, en lo social y político, garantizaron el orden contrarrevolucionario.

¡¡¡LA INSURRECCIÓN CONTRA EL OPRESOR TIENE QUE SER Y SERÁ VIOLENTA!!!

martes, 12 de febrero de 2008

LA INTERNACIONAL

LA INTERNACIONAL, HIMNO DE LA CLASE OBRERA.

Arriba los pobres del mundoen pie, los esclavos sin pan atruena la razón en marchaviva la internacional.
Del pasado hay que hacer añicos legión de esclavos, en pie a vencerel mundo va a cambiar de bases, los nada de hoy todo han de ser.
Agrupémonos todos, en la lucha finales el genero humano, es la Internacional.
Agrupémonos todos, en la lucha finales el genero humano, es la Internacional.
Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor.
Para hacer que el tirano caiga y el mundo siervo libertad soplemos la potente fragua que el hombre libre ha de forjar.
Agrupémonos todos, en la lucha final es el genero humano, es la Internacional.
Agrupémonos todos, en la lucha finales el genero humano, es la Internacional.
La ley nos burla y el estado oprime a sangre al productor nos dan derechos irrisorios
no hay deberes de señor.
Basta ya de tutela odiosa, que la igualdad ley ha de ser no más deberes sin derechos ningún derecho si deber.
Agrupémonos todos, en la lucha finales el genero humano, es la Internacional.
Agrupémonos todos, en la lucha finales el genero humano, es la Internacional.

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L'Internationale fue escrita en París, en Junio de 1871 por Eugène Pottier, quien nació en París en 1816 y murió en 1887. Era miembro de la Internacional y del Comité Central de la Comuna de París. Fue condenado a muerte en Mayo de 1873, pero la sentencia nunca fue llevada a cabo ya que se refugió en América. La canción fue publicada en "Cantos Revolucionarios" (1887), y dedicado a Gustave Lefrançais, miembro de la Comuna de París.

viernes, 8 de febrero de 2008

TUPAC AMARU HEROE POPULAR REVOLUCIONARIO

TUPAC AMARU HEROE POPULAR REVOLUCIONARIO

Un viernes 18 de mayo de 1781, en la plaza del Cuzco, la barbarie sanguinaria del colonialismo español, odio ciego propio de los sistemas condenados a muerte, se cebaba con sádica crueldad en el más grande héroe popular que ha producido nuestro pueblo: José Gabriel Tupac Amaru.

Nuestra patria entonces oprimida por España, como hoy por los Estados Unidos, padecía la brutal explotación hispana, opresión doblegada duramente a nuestras masas populares, especialmente al campesinado, esto es alas inmensas mayorías indígenas que morían en los repartimientos, en las minas y en los obrajes, masas que con su sudor, unido al de sus hermanos de América, sostenían la opulencia decadente del imperio español; el colonialismo hispano a través de tres siglos de explotación se hundía en la crisis general de sus putrefacto imperio y “sudaba sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”, la sangre de los millones de indígenas que habían torturado a través de siglos.

Contra esta pesadilla de sangre y explotación se levanto Tupac Amaru. Las masas campesinas cansadas de tanta opresión, y no teniendo mas camino para hacer valer sus derechos, empuñaron las armas y se atrevieron a luchar; en Tinta encendieron el foco revolucionario que se extendió rápidamente amenazando de muerte al colonialismo español. Y este gran fuego revolucionario tuvo una antorcha gloriosa que aun hoy, pasados ciento setenta y cinco años, y pese a toda una infame conspiración del silencio y mixtificación que se ha levantado en su contra, sigue ardiendo y viviendo en el corazón de nuestro pueblo oprimido y seguirá hasta que la revolución peruana destruya a los explotadores de ayer y de hoy y redima a nuestro pueblo todavía oprimido.

Esta ya bastante claro, pese a toda la mentira tejida y a toda la tergiversación reaccionaria, el profundo contenido social del movimiento tupacamarista: extinción de corregimientos, destrucción de obrajes, de mitas y cancelación de tributos, alcabalas y demás cargas que España imponía a nuestro pueblo, así como la ofrecida libertad de los esclavos, muestra grandiosa de la concepción social del movimiento. Por otro lado, esta esclarecido el pensamiento político que guiaba a Tupac Amaru y a sus seguidores, pensamiento político que se va mostrando con cautela y prudencia al principio, para no asustar a los timoratos, hasta expresar sus claras ideas separatistas de España después de la consecución de sus resonantes triunfos en el sur peruano. Todas estas características, la magnitud y repercusión continental de la insurreccional de 1780 hacen de este levantamiento el mas grande movimiento social de la América Colonial, movimiento sin igual, aun hoy, y cuya grandeza e importancia recién nuestro pueblo empieza a comprender y a asimilar, ahora, precisamente, cuando nos hallamos en la encrucijada histórica de luchar hasta el fin por nuestra Liberación Nacional.

En esas circunstancias. ¿Qué lecciones podemos sacar de la insurrección de 1780 y de Tupac Amaru?

EN PRIMER LUGAR, la insurrección de Tupac Amaru fue un inmenso levantamiento campesino en el cual las más oprimidas de nuestro pueblo, las capas más pobres de nuestro campesinado se atrevieron a combatir y nos dieron el mayor levantamiento campesino de nuestra historia. Este movimiento nos muestra a las claras el poder y pujanza de la lucha campesina y es, junto con los otros levantamientos cajm0pesinos de nuestra historia, experiencia propia que nos debe servir para nuestras acciones futuras, a la vez que es fuente de inspiración revolucionaria, aliento y confianza en el poder combativo de nuestro pueblo.

EN SEGUNDO LUGAR, fue una lucha llevada con las armas en la mano; el campesinado encontró que frente a la opresión colonial española, como frente a cualquiera otra, la única forma de hacer valer sus derechos, conquistar sus reivindicaciones y defenderlas es oponiendo la violencia revolucionaria a la violencia reaccionaria; las masas campesinas comprendieron, a través de sus infructuosas luchas contra la explotación feudal que imponía el colonialismo español, que no tenia mas camino que armarse para acabar con toda la odiosa explotación que los sumía en una ignominia de siglos.

EN TERCER LUGAR, el movimiento insurreccional, a través de sus dirigentes, particularmente Tupac Amaru, busco nuclear a todos los que sufrían explotación y opresión, por eso llamo a cerrar a filas a los mestizos y criollos e incluso, lo que fue visión política magistral, llamo a los negros ofreciéndoles la libertad. De esta forma se pretendía aislar al enemigo mas odiado y reducirlo en numero, los españoles que ejercían y representaban el poder colonial hispano.

EN CUARTO LUGAR, la insurrección tupacamarista no se constriño a los limites del virreinato peruano, sino que trascendió al Alto Perú (Bolivia), a la Argentina de hoy, a Quito, a Nueva Granada (Colombia y Venezuela) y aun sus ecos llegaron hasta México. De esta forma unió a los pueblos Hermanos de la América Central infundiendo calor a sus propias luchas, pues el destino de todos nuestros pueblos estaba unido porque era su enemigo común, la España colonial de entonces, como hoy lo es el imperialismo norteamericano.

EN QUINTO LUGAR, que el pueblo a través de sus luchas crea y produce a sus dirigentes y conductores, los que son tales porque le sirven consecuentemente y decididamente, y porque son los mas fieles intérpretes de los intereses populares.

Y, FINALMENTE, revela la bárbara y despiadada represión que son capaces de desatar las clases explotadores de todas las épocas de la historia, cuando ven amenazado su poder e intereses.

Estas son algunas de las lecciones históricas básicas que debemos extraer del inconcluso movimiento tupacamarista.

Y esta grandiosa insurrección de 1780 tuvo un jefe y conductor extraordinario, un recio hijo de la fuerte e indestructible raza de los explotados en eterna lucha contra los explotadores: José Gabriel, Tupac Amaru. De las llamas mismas de la lucha insurreccional surge imbatible la figura heroica de Tupac Amaru para alumbrar nuestro camino revolucionario a despecho del tiempo, y latir pujante en el corazón invicto de nuestras masas que reinician su largo proceso revolucionario. Tupac Amaru se levanta hoy ante nuestros ojos como ejemplo nítido y contundente de firmeza y decisión revolucionaria; su vida muestra su dedicación absoluta a su causa, a la sagrada causa de servir de todo corazón al pueblo, a su pueblo oprimido y humillado que aun espera la hora de su redención concreta y real. Tupac Amaru es hoy para todo revolucionario un vivido ejemplo al que hay que emular en integridad, firmeza, consecuencia, decisión y combatividad revolucionarias; incluso, su conducta en prisión ante la siniestra tortura colonial, similar a los “científicos” métodos de hoy, es insuperable ejemplo de comportamiento revolucionario: antes sucumbir que delatar. La muerte misma Tupac Amaru nos muestra claramente el odio despiadado y ciego que tienen todos los reaccionarios a los luchadores consecuentes y, ayer como hoy, a los extremos de sangrienta barbarie de que son capaces de llegar para destruir a los combatientes revolucionarios y borrar su luminoso ejemplo; pero, precisamente, la muerte de Tupac Amaru nos demuestra como los héroes populares surgen indestructibles mientras sus victimarios son lapidarios bajo la montaña de sus propias iniquidades.

Por ello, este nuevo aniversario de la muerte e inmolación de José Gabriel, Tupac Amaru todos los revolucionarios y progresistas debemos recordar, meditar y extraer las lecciones históricas aplicables a nuestro proceso revolucionario para que nuestra misma historia patria nos sirva de ejemplo y fuente de inspiración y para que sintamos más fuertemente el poder revolucionario profundo que encierra nuestro pueblo. También nos debe hacer pensar esta fecha en la necesidad de estudiar nuestra historia desde el punto de vista clasista proletario para encontrar las raíces mismas de nuestra nacionalidad oprimida y las fuentes ocultas del poder inconmensurable del pueblo, poder que todos los revolucionarios estamos llamados a despertar y canalizar para barrer con toda la opresión y explotación que aun soporta nuestra patria y así culminar con nuestro incontenible proceso revolucionario.

Por ultimo, sirva este aniversario para recordar como hasta hoy no se ha hecho justicia a nuestro más grande héroe popular, y es que los explotadores actuales, descendientes de los de ayer y su nuevo amo yanqui, nunca podrán elevar a un héroe popular al sitial que le corresponde; solo cuando el pueblo peruano triunfe, conquistando el poder para las masas oprimidas, Tupac Amaru ocupara e lugar que le corresponde e n nuestra historia y esto porque solo el pueblo puede reconocer y exaltar a un héroe surgido de sus propias entrañas revolucionarias.

viernes, 1 de febrero de 2008

LA INSURRECCION DE TUPAC AMARU


LA INSURRECCION DE TUPAC AMARU SE INICIO EL 4 DE NOVIEMBRE DE 1980


Por sus ideas y hazañas, José Gabriel Túpac Amaru es quizás el peruano más importante de la historia universal. Por tanto, el personaje del milenio.Inteligente y audaz, José Gabriel constituía en sí mismo, en su persona, una mezcla vital: unía la autoridad de su sangre de rey inca con la impetuosidad del arriero que fue. Era convincente en el hablar y muy bueno con el lazo y el caballo. Duro con los fuertes y clemente con los pobres. José Gabriel fue a la vez astuto y decidido. Todo preveía y nada temió. Desde Tungasuca, una aldea casi inhallable en los mapas andinos, desafió al Imperio más extenso del orbe, aquel en cuyos inmensos dominios “no se ponía el sol”. Peleó hasta el final y, tal como se acostumbra decir, murió en su ley.Amparó sus avanzadas concepciones sociales con un coraje a toda prueba. Con el (además) empieza la búsqueda de nuestra unidad nacional, sobre un país atrozmente dividido y una sociedad estratificada en castas y razas. Con su acción remeció América. Ciento veinte mil muertos dejó la epopeya andina que protagonizó y fueron sus enemigos quienes reconocieron esa cifra. Luchando con bravura, los héroes tupacamaristas cayeron gallardamente en los choques bélicos o en el cadalso. Y en las masacres.Era varón de mucho temple. Así lo reconocieron hasta sus rivales. Preso, no desplegó los labios, aunque se le aplicase inauditos tormentos, “en lo que se la ha reconocido un valor bárbaro que admira”. Poco antes del suplicio había expresado, con orgullo, a uno de sus custodios: “No diré a nadie la verdad, aunque me saquen la carne a pedazos”; y cumplió con semejante reto.


En la prisión, conociendo que la rebelión continuaba extendiéndose, trató de fugar. Quiso ponerse otra vez al frente del movimiento al saber que las columnas insurgentes marcharían sobre el Cuzco. Carente de todo, con su sangre escribió un mensaje sobre un trozo de tela arrancado de sus ropas, pidiendo algunos pesos y una lima. Emociona ver la letra vacilante del héroe: usó la mano izquierda dislocada, pues el otro brazo ya estaba roto.
Pero ese gran peruano era tan recio como hábil. Acusándolo, un español de Livitaca le había rendido el mejor elogio:... “No perdona medio para conseguir sus ideas”.
Así era ese Inca a caballo, aquel “Inca-rey”, de quien unos versos criollos dirían que “sólo trata con rigor/ al europeo tirano/ al patricio fiel, humano/ ampara y hace favores/ sin distinción de colores/ es con todos muy amable”, décimas que se guardan en la Biblioteca Nacional de Madrid y que prueban la humanidad del gran caudillo andino, su anhelo de un Perú de todas las sangres, con todas las razas. Sin odios ni prejuicios, tan largamente cultivados por los opresores de entonces.


Iba triunfando en el anhelo unitario cuando lo capturaron. Si reparamos en quienes lo siguieron, hallamos campesinos, pastores, arrieros y sacerdotes pobres, pero también fragmentos de toda la sociedad colonial, negros incluso, respondiendo a sus llamados a los “paisanos de todos los colores”. En su afán integrador, insistía a través de sus proclamas en llamar a filas a “mis amigos criollos, indios, mestizos y zambos”. Generalizando, decía “paisanos”. Acogiéndose al empeño de cohesión interna lo respaldaron multitudes, pero también calificados segmentos de otros sectores, que bien pueden ser representados ante la posteridad por el criollo Felipe Bermúdez, asesor que murió al pie de un cañón, y el capitán afroperuano Antonio Oblitas, ahorcado junto al gran prócer.


Desde tierras cuzqueñas, atacó tres virreynatos: Perú, Río de la Plata y Nueva Granada, las fuerzas que movilizó combatieron sobre el suelo de siete repúblicas actuales: Perú y Bolivia, señaladamente; pero también en Argentina, Colombia, venezuela, Panamá y Ecuador. Y se conspiró en otras tantas tierras más. Se alzó de la nada, con setenticinco fusiles anticuados, reciente botín de un golpe de mano. Al final, contra él, se tuvo que levar ejércitos más numerosos que los que España lanzaría más tarde contra San Martín y Bolívar. Principalmente el que comandaba el mariscal Joseph del Valle, de diecisiete mil soldados.

No menos de cien batallas y combates se libraron “a lo largo de quinientas leguas” en pos de la libertad, tanto en lucha a campo abierto como tomando ciudades. Tal vez el más remarcable de aquellos encuentros sea el de Cerro Puquinacancari, porque, como en las gestas de Sagunto o Masada de los fastos universales, los sobrevivientes optaron por el suicidio antes que caer prisioneros; hasta las mujeres se arrojaron al abismo con sus hijos.

Casi venció nuestro Túpac Amaru, capitaneando América. Fue tal epopeya, el más vasto movimiento anti-colonial del continente. Y tal vez el primero en lo que se llamó hasta hace poco el Tercer Mundo. Eran esos finales del siglo XVIII los de una Europa que aún extendía a cañonazos sus fronteras coloniales por todos los mares. Nuestro adalid hizo andar al revés el reloj de la Historia, iniciando un ciclo que luego se generalizaría cien años más tarde. Fue así un adelantado.

Todos sus seguidores lo trataron como Rey. El quiso, a través de la aristocracia incásica, restaurar la preeminencia del Perú en América, lo cual repercutiría en los proyectos iniciales de Manuel Belgrano y hasta de Fgrancisco de Miranda, bien iniciado el proceso libertario continental, y procuró ampliar los linderos del Imperio de los Incas. Basta ver los títulos con que cimentó el título de su coronación.

Consiguió tantos avances porque conocía la greda y la gleba del Perú y en cierta medida de América. Conocimiento directo. Porque era un autodidacta. Fue desde su cabalgadura que todo lo aprendió. Poseía una sabiduría reciente, que superó a todos los doctores de San Marcos, juntos. Pero con su mentalidad abierta, alternaba igualmente, en los altos caminos, con personajes como Ignacio de Castro, el mayor sabio de la época, y con arrieros llegados de todos los horizontes a las frecuentes ferias surandinas.


Mas no se trató solamente de lograr una Independencia, monárquica y neo-inca para el caso. Buscaba justicia social, pues bregó sin tregua contra la servidumbre de los indios y la esclavitud de los negros; lo hizo hasta dar su sangre y la de los suyos. Peleó asimismo por la libertad de pensamiento y contra la ignorancia, en anhelo de patria única que hasta ahora el Perú aguarda. Gozó por estas razones, y “con semblante sereno”, de la adhesión de miles y miles que por él murieron, proclamando en los combates o ante los verdugos a su “Padre, Rey y Redentor”. En cinco idiomas. Y fue gracias a tal fe que el mito del Inca Rey (Incarri) perdura hasta ahora. En realidad, se comportaba como un “monarca libertador”.


Pero no sólo fue América. La sublevación de Túpac Amaru tuvo eco en España, Portugal, Italia, Inglaterra y hasta en Polonia. Lo más rescatable de estas repercusiones europeas es lo sucedido en la Corte de Londres, capital que por aquel entonces manejaba los asuntos del mundo: En Italia, un exiliado peruano, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, que alcanzaría mucho después la fama, se presentó al consulado británico en Livorno para proponer el envío de una flota a fin de respaldar al Inca. Fracasó el intento, a pesar de que los planes expuestos avanzaron un tanto; sin embargo, la celebridad le llegaría a Vizcardo años mas tarde, cuando en su famosa Carta asentó la partida de nacimiento de la Independencia de América toda, inspirándose tal vez en el Bando de la Coronación de Túpac Amaru en Chuquibambilla; mensaje emancipador que se reproduciría en varios lados del continente; esto ya al impulso de Francisco de Miranda, en la época inicial de Simón Bolivar; que conocía de qué modo los comuneros de El Socorro, su tierra, habían vivado al “Rey Tupa Amaru” y combatido por él. Finalmente, en España, Manuel Godoy Príncipe de la Paz y Primer Ministro de Carlos IV, se habría de referir agudamente al caudillo andino.


Se trata, pues, del peruano más importante en la historia universal. Es de aquellos hombres que puede ser admirado por el pueblo de cualquier país del planeta, inclusive el español. Es por tal razón que se ha escrito un centenar de obras en torno a la gesta andina que protagonizó, así como miles de artículos y ensayos y docenas de poemas. Federico García filmó una película, que ha sido la más vista en el país (plebiscito indirecto). Numerosos pintores y escultores del país y algunos del extranjero han tratado de rescatar su rostro, perdido en las tinieblas (Núñes Ureta, Etna Velarde, Bravo, entre ellos). Innumerables organizaciones populares llevan su nombre como emblema. De frontera a frontera.

Inspirados en el credo de nuestro indio epónimo, numerosos americanos, sobre todo los del Perú, hemos enaltecido al prócer, aunque desde distintas perspectivas, llegándose (como ocurre con Cristo mismo) a diversidad de postulados, algunas veces opuestos unos a otros. De tal suerte que, si en poesía podemos preguntarnos cuál verso glorificando a Túpac Amaru es el mejor (el de Romualdo, el de Scorza, el de Arguedas, el de Valcárcel), la misma disparidad contemplamos en las páginas que tratan de interpretar su pensamiento.


Túpac Amaru enlaza el pasado milenario del Perú con los tiempos actuales. Aunque dispersadas las cenizas de su cuerpo entre los cerros que bordean el Cuzco, está allí, como contemplando el futuro, pues su mirada visionaria nos llega. Sencillamente porque varias de las metas que soñó, entre ellas la justicia social, aun constituyen para nosotros un objetivo. Es hombre de todas las épocas y así, en la que le fue propia, lo apoyó la gente de los más diversos estadios históricos en este poliedro que es nuestro Perú.

Los selvícolas de Inambari, desde sus colectividades primitivas; los quechuas y aymaras de los ayllus enclavados en el autocratismo andino milenario; los esclavos negros igualmente un rezago universal de otrs eras; los siervos de las haciendas medioevales; y los criollos y mestizos de las sociedades urbanas paleo-capitalistas de aquellos años. Pero nosotros, desde nuestra perspectiva actual, le otorgamos también fervoroso respaldo. Como se lo habríamos brindado en los hechos de haber vivido en su tiempo.

BIOGRAFIA DE TUPAC AMARU


ALTO AL SOMETIMIENTO DE LOS PUEBLOS AMERICANOS

BIOGRAFIA DE TUPAC AMARU

Rebeliones campesinas se suceden en los pueblos de; Perú, Ecuador, Paraguay, México y Bolivia. Ocupación de fundos y latifundios en Brasil. Argentina, Colombia y Venezuela en rebeldía. Túpac Amaru simboliza todas esas luchas y realidades.



El 18 de mayo de 1781 fue asesinado por los españoles José Gabriel Túpac Amaru. Junto a él cayeron sus familiares más cercanos y algunos de los que colaboraron con la rebelión. Mutilados, ahorcados, decapitados, descuartizados, vilipendiados por sus carceleros, los tupamaristas escribieron una página de heroísmo que todavía conmueve a los pueblos indoamericanos.


El propio Túpac Amaru relató cuáles eran algunas de las formas de vida impuestas por los conquistadores a los nativos americanos. "Nos oprimen -decía- en obrajes, chorillos y cañaverales, cocales, minas y cárceles en nuestros pueblos, sin darnos libertad en el menor tiempo de nuestro trabajo; nos recogen como a brutos, y ensartados nos entregan a las haciendas para laborar, sin más socorro que a nuestros propios bienes y a veces sin nada".
Era la descripción de una explotación terrible donde "los indios rinden la vida con vómitos de sangre".


La de Túpac Amaru fue una de las rebeliones más importantes contra el imperio español. Algunos historiadores burgueses y pequeño-burgueses han tratado de menospreciar su significado. Vicente Sierra la redujo a una sublevación contra un corregidor y Ernesto Palacio intentó oscurecerla vinculándola a maquinaciones inglesas en las colonias españolas.
Las causas de la rebelión tupamara fueron políticas, sociales y culturales y pusieron a la luz del día las lacras infames del imperio español en América.


Marx en El Capital describió acertadamente, hace más de un siglo, aquel derramamiento de sangre que caracterizó la dominación española. Fue, según Marx, una "cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento de la población aborigen en las minas" y recordó: "Los actos de barbarie y desalmada crueldad cometidos por las razas que se llaman cristianas contra todas las religiones y todos los pueblos del orbe que pudieron subyugar, no encuentran precedentes en ninguna época de la historia universal ni en ninguna raza, por salvaje e inculta, por despiadada y cínica que ella sea".


La propia muerte de Túpac Amaru es un testimonio de la crueldad contra la raza americana. En la condena a Túpac Amaru se detalló cómo debía morir: "Que sea sacado de la cárcel, arrastrado a la cola de una bestia de albarado y conducido a la horca... que muerto naturalmente en ella por mano del verdugo, le sea “cortada” la cabeza y descuartizado; que la cabeza se lleve en una jaula de hierro al puerto de La Guaira... que se ponga uno de los cuartos a la entrada del pueblo de Macuto".


La realidad fue peor que la orden. Pedro De Angelis incluyó en una de sus obras documentales la descripción de un testigo ocular que relató minuciosamente el sacrificio. Primero se ahorcó a José Verdejo, Andrés Castelo y a la mujer de Túpac Amaru, Micaela Bastidas, que sufrió infinitos tormentos; a su tío Francisco Túpac Amaru y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de ahorcarlos; a la india Condemaita, cacica de Acos, se le aplicó el garrote. A José Gabriel se le cortó la lengua y se amarraron sus extremidades a cuatro caballos. Como no lograron descuartizarlo, le “cercenaron” la cabeza.


Era común estos tratamientos para con los indígenas americanos y otros rebeldes. Pese a los esfuerzos hechos por España para eliminar el influjo incaico, peligroso para su estabilidad imperial, no lo logró plenamente y el pensador Alexander von Humboldt expresó en el último decenio de la época colonial: "Dondequiera que ha penetrado la lengua peruana, la esperanza de la restauración de los incas ha dejado huellas en la memoria de los indígenas que guardan algún recuerdo de su historia nacional".


La epopeya de Túpac Amaru forma parte del conjunto de rebeldías populares anticolonialistas del siglo XVIII. Lo mismo que Antequera, que conmovió al Paraguay, el comunero Mompox quien en 1732 levantó a los guaraníes. O la población de Venezuela que se levantó contra la Compañía Guipuzcuana entre 1762 y 1764. O el pueblo de Quito que se sublevó en 1765 contra el estanco al alcohol.


Los escritores peruanos Urteaga y Valega han explicado el contexto de la sublevación tupamara de 1780: "La mita, convertida en trabajo perpetuo, sin excepción de climas; los obrajes, factores de aniquilamiento; los pongos, en esterilización de la juventud; los repartimientos, en focos de esclavitud; el monopolio comercial, en fuerza disgregante; el excesivo arancel eclesiástico, en elemento empobrecedor; la ley ineficaz, en auspiciadora de las represalias contra quienes reclamaban derechos legítimos".


Hubo un influjo garcilasiano en Túpac Amaru. El Inca Garcilaso de la Vega, con su prédica libertadora, determinó a muchas conciencias de la época. Aquellos Comentarios Reales del Inca Garcilaso reunían parte de la cosmovisión indigenista que entroncaba la situación real con el pensamiento mágico-religioso de los oprimidos. Visitadores, corregidores, clérigos y militares de la época se dieron a la tarea de destruir aquella obra "peligrosa" que, sin embargo, era leída con interés por los rebeldes.


Pero he aquí que Túpac Amaru, estudiante de los jesuitas, conoció también muchas ideas tributarias del tomismo español que alentaban la resistencia a la opresión e, incluso, que planteaban el tiranicidio contra los déspotas. Con ese arsenal espiritual, político e ideológico, Túpac Amaru amasó su rebeldía que también tuvo un contenido social. Los hispanos consideraban a los indios como seres "bípedos inferiores" y a partir de ello, su explotación era considerada como moneda corriente. En el programa social de Túpac Amaru figuraron cinco reivindicaciones básicas. 1) La supresión de la mita; 2) eliminación de los obrajes; 3) anulación del reparto de los corregidores; 4) abolición de todo tipo de alcabala, y 5) manumisión de los esclavos, a condición de adherir a la causa.


Túpac Amaru propuso "extirpar" a los españoles de suelo americano, salvo los sacerdotes, demostrando con ello una voluntad independentista.


El mayor de sus biógrafos, Boleslao Lewin, en su obra no superada, La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la Independencia de Hispanoamérica, demuestra que en sus edictos a los mestizos e indios, el líder rebelde, si bien son notables las expresiones de fidelidad al cristianismo, no demuestra ninguna exaltación hacia los monarcas y a los españoles.
Tal era su velado anunció de separatismo, de independentismo, que recién se afianzaría cuatro décadas después. En uno de sus documentos, fechado el 23 de diciembre de 1780, se refirió a las "amenazas hechas por el reino de Europa" y les promete que "en breve serán libres del todo".
Todavía su grito de libertad perdura. Como También persiste el avasallamiento de los derechos indígenas en toda la América Latina.


¡¡¡ALTO AL SOMETIMIENTO DE LOS PUEBLOS AMERICANOS!!!

¿QUÉ PUEDE DECIRSE DE TUPAC AMARU?


TUPAC AMARU, QUE PUEDE DECIRSE DE

De él no puede decirse que se hubieran sepultado sus restos. Ellos fueron plantados se sembró su cadáver y de ahí que su herencia sigue subiendo cual un gas vehemente, de ahí que su maceta florece sin cesar en nuestros actos.

Pudo acogerse al agasajo de un cómodo suicidio y sin embargo prefirió rociarse la vida, el cuerpo, el alma de esa materia superinflamable que se llama leyenda.

Luego se prendió historia y por esto su ejemplo sigue en llamas y ha de seguir ardiendo con más bríos mientras haya peruanos un modo de decir que ha de seguir ardiendo mientras existan los años aciagos.

A.H













jueves, 31 de enero de 2008

TUPAC AMARU "YERBA DE LIBERTAD"


"Yerba de libertad". Túpac AMARU


La sublevación del mestizo José Gabriel Condorcanqui, quien protestaba contra las injusticias de los corregidores y reclamaba para sí el título de Inca heredado de una hija de Felipe Túpac Amaru, dio origen a uno de los episodios más horrendos -quizás el más horrendo- entre todos los crímenes perpetrados en América। Los espíritus tolerantes del siglo XVIII debieron estremecerse ante la ordalía de sangre y crueldad en la que «ilustrados» funcionarios españoles se comportaron peor que el más sanguinario de los salvajes.


Ya en el siglo XVI, el virrey Toledo había intentado sin éxito borrar el recuerdo y la imagen del Inca alegando que ella «vendrá a criar yerba de libertad". Esto era tan cierto que, dos siglos después, el científico y perpiscaz viajero que fue Alexander von Húmboldt observaba que «dondequiera que ha penetrado la lengua peruana, la esperanza de la restauración de los incas ha dejado huellas en la memoria de los indígenas que guardan recuerdo de su historia nacional» . También a los funcionarios les preocupaba esta evidencia. Después de una conspiración que hubo en Lima en 1750, el virrey conde de Superunda opinaba que no debía permitirse a los indios hacer en las fiestas sus mascaradas y bailes como era costumbre, porque las reducían «a una representación de sus antiguos reyes, a sus trajes, estilo y comitiva, cuya memoria los entristece y no deponen algunos sin lágrimas las vestiduras e insignias de sus primeros monarcas". Este sentimiento, renovado en las obras de teatro que representaban con frecuencia, unido a la explotación de que eran objeto por parte de los corregidores del siglo XVIII, explica la rapidez con la que pueblos enteros se alistaron tras la figura del carismático mestizo después de siglos de opresión y pasividad.
José Gabriel Túpac Amaru, como eligió llamarse este «portavoz de los indios ante los blancos», era quinto nieto del último Inca y como tal reclamó para sí a los 22 años el título de cacique de los pueblos de Surimana, Pampamarca y Tangasuca। Había hecho sus estudios en el colegio jesuita para hijos de caciques del Cuzco donde aprendió, entre otras cosas, la historia sagrada, como lo prueban sus frecuentes alusiones a la Biblia. No es aventurado pensar que la historia de Moisés salvando a su pueblo israelita de la esclavitud en que lo tenían los egipcios lo haya alentado a realizar idéntica misión entre los suyos, apoyándose también, quizás, en las teorías del jesuita Francisco Suárez sobre la soberanía del pueblo. Tres o cuatro veces, en sus declaraciones, identifica la tiranía de los corregidores con la del faraón egipcio, pero es en su respuesta al sádico juez Mata Linares donde mejor se percibe esta posible identificación: «siendo descendiente de los incas, como tal, viendo que sus paisanos estaban acongojados, maltratados, perseguidos, él se creyó en la obligación de defenderlos, para ver si los sacaba de la opresión en que estaban. Palabras éstas que recuerdan casi textualmente los razonamientos de Moisés cuando decide salvar a su pueblo del despotismo egipcio, y también cuando recuerda que: «Un humilde joven con el palo y la honda y un pastor rústico 45libertaron al infeliz pueblo de Israel del poder de Goliat y faraón: fue la razón porque las lágrimas de estos pobres cautivos dieron tales voces de compasión, pidiendo justicia al cielo, que en cortos años salieron de su martirio y tormento para la tierra de promisión. Mas al fin lograron su deseo, aunque con tanto llanto y lágrimas. Mas nosotros, infelices indios, con más suspiros y lágrimas que ellos, en tantos siglos no hemos podido conseguir algún alivio; y aunque la grandeza real y soberanía de nuestro monarca se ha dignado librarnos con su real cédula, este alivio y fatiga se nos ha vuelto mayor desasosiego, ruina temporal y espiritual. Será la razón porque el faraón que nos persigue, maltrata y hostiliza no es uno solo, sino muchos, tan inicuos y de corazones tan depravados como son todos los corregidores, sus tenientes, cobradores y demás corchetes: hombres por cierto diabólicos y perversos [...] que dar principio a sus actos infernales seria santificar... a los Nerones y Atilas de quienes la historia refiere sus iniquidades... En éstos hay disculpas porque, al fin, fueron infieles; pero los corregidores, siendo bautizados, desdicen del cristianismo con sus obras y más parecen ateos, calvinistas, luteranos, porque son enemigos de Dios y de los hombres, idólatras del oro y de la plata. No hallo más razón para tan inicuo proceder que ser los más de ellos pobres y de cunas muy bajas ".


En 1760 se había casado con Micaela Bastidas, valiente y decidida mujer que, además de darle tres hijos, lo animó y ayudó en una empresa que desde el primer momento consideró también como suya. No fue la única: vanas mujeres, indígenas y mestizas, participaron en esta gesta contra la opresión de un sistema tiránico y humillante.
Boleslao Lewin, en su ya clásica obra sobre Túpac Amaru, afirma que su programa social fue claro y explícito desde un principio। No así el político, que fue variando a medida que se desarrollaban los acontecimientos. Cuando se acerca por primera vez a las autoridades españolas, en 1777, lo hace con un coherente programa de reivindicaciones; en primer lugar; conseguir la eliminación de la mita, sobre todo la minera, que si siempre había sido dura, con la disminución de los indígenas era imposible de sobrellevar. «Entonces morian los indios y desertaban -afirma en el memorial de diciembre de 1777- pero los pueblos eran numerosos y se hacia menos sensible; hoy, en la extrema decadencia en que se hallan, llega a ser imposible el cumplimiento de la mita porque no hay indios que las sirvan y deben volver los mismos que ya la hicieron...". Denuncia los esfuerzos inhumanos a que son obligados, los largos y peligrosos caminos que deben andar para llegar hasta allí "más de doscientas jornadas de ida y otras tantas de vuelta" y propone que, en lugar de los indios, trabajen en las minas "el copioso número de trabajadores establecidos en dicho cerro de Potosí". Pedía también la extinción de los obrajes, verdaderas cárceles donde se obligaba a adultos, viejos y hasta a niños a tejer y a hacer otras "granjerías " sin descanso. Las mayores acusaciones, sin embargo, estaban dirigidas a los corregidores, quienes, para poder conservar sus vidas lujosas e incrementar aún más los dividendos, obligaban a los indios a comprar toda clase de objetos inútiles, quedándose ellos con parte de la ganancia obtenida. La sabia legislación indiana había prohibido a los corregidores de indios comerciar con ellos, pero desde mediados del siglo XVIII esta prohibición pasó a ser letra muerta. Es así que, como decía Túpac Amaru, «nos botan alfileres, agujas de Cambray, polvos azules, barajas, anteojos, estampitas y otras ridiculeces como éstas. A los que somos algo acomodados nos botan terciopelos, medias de seda, encajes, hebillas, ruan y cambrayes, como si nosotros los indios usáramos de estas modas españolas. Y en unos precios exorbitantes, que cuando llevamos a vender no volvemos a recoger ni la veinte parte de lo que hemos de pagar...". Es decir, que seguían recurriendo a los cascabeles y cuentas de colores de comienzos de la Conquista. Algunos funcionarios reales veían y denunciaban este estado de cosas pero no se tomaba ninguna medida seria, quizás porque la Corona no podía pagar de otro modo a los corregidores que debían cobrar su sueldo de lo que sacaban a los indios.


Viendo que sus peticiones no tenían eco, Túpac Amaru comenzó a preparar la insurrección haciendo acopio de armas de fuego, vedadas a los indígenas। Al mismo tiempo trataba de atraer a criollos y mestizos a su causa con desparejo resultado. La ocasión se presentó cuando el obispo criollo Moscoso excomulgó al corregidor de Tinta, Arriaga, individuo particularmente odiado por los indios. El 4 de noviembre de 1780, Túpac Amaru, con su autoridad de cacique de tres pueblos, mandó detener a Antonio de Arriaga, y lo obligó a firmar una carta donde pedía a las autoridades dinero y armas y llamaba a todos los pueblos de la provincia a juntarse en Tungasuca, donde estaba prisionero. Le fueron enviados 22000 pesos, algunas barras de oro, 75 mosquetes, mulas, etcétera.


El 10 de noviembre, ejecutado Arriaga en la horca, según Túpac Amaru «en nombre del rey ", comienza la mayor sublevación de América, cuyos ecos llegaron hasta los virreinatos de Nueva Granada y Río de la Plata, provocando nuevas insurrecciones en las que perdieron la vida más de 100।000 personas. «Desde el día diez -dice un documento de la época citado por Pedro de Ángelis- empezó a escribir cartas a diferentes caciques, mandándoles que prendiesen a sus corregidores, tenientes y demás dependientes, y dando órdenes para que se embargasen sus bienes. Estas cartas iban acompañadas de los edictos que habían de publicar dichos caciques en sus respectivas provincias, promulgando que se acabarían los pechos de repartimientos, aduanas y mitas de Potosí con el exterminio de los corregidores.


Seguido por un entusiasta ejército de indios, empezó a recorrer pueblos y ciudades destruyendo a su paso los obrajes, símbolo de opresión, y emitiendo proclamas que modificaban su discurso según fueran dirigidas a los indios y a los esclavos, a los sacerdotes o a los criollos. A los primeros les prometía que «quedarán libres de la servidumbre y esclavitud en que estaban", insistiendo en que su misión consistía en abolir los abusos y terminar con los corregidores, que él era el libertador del reino y el restaurador de los privilegios otorgados a sus antepasados por los Reyes Católicos. A los clérigos les aseguraba que «sólo pretendo quitar tiranías del reino, y que se observe la santa y católica ley, viviendo en paz y quietud", recalcando en una carta al obispo Moscoso «V. S. Ilma. no se incomode con esta novedad ni perturbe su cristiano fervor. Ni la paz de los monasterios, cuyas sagradas vírgenes e inmunidades no se profanarán de ningún modo, ni sus sacerdotes serán invadidos con la menor ofensa de los que me siguieren... ". El 23 de diciembre de 1780 se dirige especialmente a los criollos en una proclama donde hace saber que «viendo el yugo fuerte que nos oprime con tanto pecho [impuestos] y la tiranía de los que corren con este cargo, sin tener consideración de nuestras desdichas, y exasperado de ellas y de su impiedad, he determinado sacudir el yugo insoportable y contener el mal gobierno que experimentamos de los jefes que componen estos cuerpos, por cuyo motivo murió en público cadalso el corregidor de Tinta, a cuya defensa vinieron de la ciudad del Cuzco una porción de chapetones, arrastrando a mis amados criollos, quienes pagaron con sus vidas su audacia. Sólo siento lo de los paisanos criollos, a quienes ha sido mi ánimo no se les siga ningún perjuicio, sino que vivamos como hermanos y congregados en un cuerpo, destruyendo a los europeos" .
Las respuestas a estas proclamas fueron inmediatas y distintas. En las calles de Arequipa y del Cuzco aparecieron pasquines en favor y en contra del rebelde.
Como España estaba en guerra con Gran Bretaña, se decía para desprestigiar al famoso mestizo que había tomado contacto con los ingleses. Entre la crítica y la admiración, un diario de Arequipa describía así, en enero de 1781, la figura del insurrecto y sus seguidores. El testigo destaca los elementos incaicos de su vestimenta e insinúa la presencia de dos ingleses entre sus hombres.
"El ejército era muy considerable, y fuera de la infantería llevaba sobre mil hombres de caballería, españoles y mestizos, con fusiles, y al lado izquierdo y derecho de Túpac Amaru iban dos hombres rubios y de buen aspecto, que parecían ingleses. Túpac Amaru iba en un caballo blanco, con aderezo bordado de realce, su par de trabucos naranjeros, pistolas y espada, vestido de azul de terciopelo, galoneado de oro; su cabriolé en la misma forma, de grana, y un galón de oro ceñido en la frente. Su sombrero de tres vientos, y encima del vestido, su camiseta o unco, semejante a un roquete [casulla] de obispo, sin mangas, ricamente bordado, y en el cuello una cadena de oro, y en ella pendiente un sol del mismo metal, insignias de los príncipes, sus antepasados."
La revuelta tuvo repercusión en toda la América hispana: desde el Río de la Plata hasta Colombia, Venezuela y aun Panamá y México, pero no todos los movimientos tuvieron las mismas características. Aunque después de su muerte los criollos utilizaron la figura de Túpac Amaru como símbolo, el suyo fue un movimiento esencialmente indígena: se unieron a él hasta los chiriguanos y los mocovíes nómades del Chaco salteño. En febrero de 1781 se levantaron Chuquisaca y Oruro, en marzo Tupiza, Puno, La Paz y Jujuy, donde decían «Ya tenemos rey Inca". Unos 5000 indios en una extensión de 1500 kilómetros, de Salta al Cuzco, se dispusieron a seguir al rebelde. En Oruro, donde hubo mucha participación de mestizos, se fijó en abril del 81 este pasquín:
Ya en el Cuzco con empeño Quieren sacudir y es ley, el yugo de ajeno rey y coronar al que es dueño. ¡Levantarse americanos! tomen armas en las manos, y con osado furor maten, maten sin temor a los ministros tiranos.
Y en marzo de 1781 fijaron en la puerta de la Audiencia de Charcas:
El general inca viva jurémosle ya por rey, porque es muy justo y de ley que lo que es suyo reciba. Todo indiano se aperciba a defender su derecho porque Carlos con despecho los aniquila y despluma y viene a ser todo, en suma, robo al revés y al derecho .
Como fácilmente se ve en estos versos, mestizos y criollos protestaban sobre todo por la política impositiva de Carlos III. En la ciudad de Mendoza quisieron quemar su retrato «intentando dar a un vecino doscientos pesos... para quemarlo a favor del rebelde Túpac Amaru inca, y los dependientes de este rebelde, dando por bien hechas las atrocidades que han hecho". También el movimiento de los comuneros de Nueva Granada, esencialmente antiimpositivo, tomó elementos de los tupamaristas, pero con predominio criollo. "El día 16 de marzo de 1781, día de mercado, se presentaron en la plaza del Socorro unos cuantos hombres... vociferando que no pagarían los impuestos"; ante la intervención del alcalde que trataba de disuadirlos, "una mujer llamada Manuela Beltrán se acercó a la puerta de la casa donde estaba fijado en una tabla el edicto del Visitador y al grito de 'Viva el rey y muera el mal gobierno!', desgarró el edicto y volvió pedazos la tabla entre los vivas y aplausos de la multitud". Sucesos semejantes ocurrieron en distintas ciudades de Nueva Granada, con la diferencia de que en algunos pueblos se añadía al repudio por los impuestos algo mucho más grave: el reconocimiento de Túpac Amaru como nuevo rey. «¡Que viva el rey inca y muera el rey de España y todo su mal gobierno y quien saliese en su defensa!», gritaban en Silos, mientras en los llanos de Casanare y pueblos aledaños, un criollo, don Javier de Mendoza, se ponía a la cabeza de los indios sublevados en mayo del mismo año y hacía jurar a Túpac Amaru como rey de América. Es posible, sin embargo, que los comuneros de Nueva Granada, en su mayoría criollos, hubieran tomado el nombre del Inca para atraer a su causa a los indios del lugar.
Si Túpac Amaru hubiera podido tomar la ciudad del Cuzco, otro rumbo hubieren seguido los acontecimientos. Quizás hubiera podido negociar una paz digna y obtener un indulto.


Pero el ilustre peruano noquería que corriera tanta sangre y el tiempo que empleó en cartas al obispo y al cabildo de la ciudad para que se rindieran fue aprovechado por sus enemigos para enviar refuerzos considerables que hicieron imposible una victoria de los insurrectos। Con la llegada al Cuzco del visitador general José Antonio de Areche y el inspector general José del Valle encabezando un ejército compuesto de 17 116 hombres armados, la situación se desequilibró en perjuicio de los rebeldes। Lo más importante, sin embargo, fueron las medidas políticas adoptadas por los jefes realistas: se prohibiría el reparto (comercio obligatorio) de los corregidores y se indultaría con un perdón general a todos los comprometidos en la insurrección, exceptuando a los cabecillas. Estas medidas lograron que muchos desertaran o pasaran a las filas realistas. Túpac Amaru intentó todavía dar un golpe de mano atacando primero, pero el ejército realista fue advertido por un prisionero escapado y el golpe fracasó. La noche del 5 al 6 de abril se libró la desigual batalla entre los dos ejércitos. Según un parte militar «fueron pasados a cuchillo más de mil y derrotado el resto enteramente". Al verse perdido Túpac Amaru intentó fugar: «viendo todo perdido -sigue contando el parte militar del 8 de abril- envió orden a su mujer e hijos de que huyesen como pudiesen y se arrojó a pasar un río caudaloso a nado, lo que logró. Pero a la otra banda el coronel de Langui, que lo era por su orden en este pueblo, por ver si indultaba su vida, le hizo prisionero y le entregó a los nuestros... lo mismo que a su mujer, hijos y demás aliados... A las seis de la mañana de este mismo día se condujo prisionero a Francisco Túpac Amaru, tío de José Gabriel, y a otro cacique llamado Torres, famosos capitanes del rebelde. El primero traía vestiduras reales, de las que usaban los Incas, con las armas de Túpac Amaru bordadas de seda y oro en las esquinas".



Túpac Amaru y los suyos quedarían expuestos a las fieras, que se cobrarían con creces los momentos de humillación y miedo que debieron pasar por su causa.


«El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta dudad del Cuzco... y cercado la horca con el cuerpo de mulatos y huamanguinos, arreglados todos con fusiles y bayonetas caladas, salieron de la Compañía nueve sujetos que fueron: José Verdejo, Andrés Castelo, un zambo, Antonio Oblitas (el verdugo que ahorcó al general Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Túpac Amaru; Tomasa Condemaita, cacica de Arcos; Hipólito Túpac Amaru, hijo del traidor; Micaela Bastidas, su mujer, y el insurgente, José Gabriel. Todos salieron a un tiempo, uno tras otro. Venían con grillos y esposas, metidos en unos zurrones, de estos en que se trae la yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo aparejado. Acompañados de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron al pie de la horca, y se les dieron por medio de dos verdugos, las siguientes muertes.


«A Verdejo, Castelo, al zambo y a Bastidas se les ahorcó llanamente. A Francisco Túpac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca. A la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo con un torno de fierro... habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo en presencia del marido se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogaría, y fue menester que los verdugos, echándole lazos al cuello, tirando de una a otra parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar.


Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo. Le ataron las manos y pies a cuatro lazos, y asidos éstos a las cinchas de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se ha visto en esta dudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, para que no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una orden mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. Esto mismo se ejecutó con las mujeres, y a los demás les sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos pueblos. Los cuerpos del indio y su mujer se llevaron a Picchu, donde estaba formada una hoguera, en la que fueron arrojados y reducidos a cenizas que se arrojaron al aire y al riachuelo que allí corre. De este modo acabaron con José Gabriel Túpac Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto que se nominaron reyes del Perú, Quito, Tucumán y otras partes...


"Este día concurrió un crecido número de gente, pero nadie gritó ni levantó la voz. Muchos hicieron reparo, yo entre ellos, de que entre tanto concurso no se veían indios, a lo menos en el traje que ellos usan, y si hubo alguno, estarían disfrazados con capas o ponchos. [..] Habiendo hecho un tiempo muy seco y días muy serenos, aquel día amaneció entoldado, que no se le vio la cara al Sol, amenazando por todas partes a llover. Ya la hora de las 12, en que estaban los caballos estirando al indio, se levantó un fuerte refregón de viento y tras éste un aguacero que hizo que toda la gente, aun las guardias, se retirasen a toda prisa. Esto ha sido causa de que los indios se hayan puesto a decir que el cielo y los elementos sintieron la muerte del Inca, que los inhumanos e impíos españoles estaban matando con tanta crueldad."
Ese día la naturaleza mostró ser mas piadosa que los hombres.


Nunca en la historia de América los representantes de la Justicia obraron con tanta saña llegando, como en una maldición bíblica, hasta a arrojar sal en los pueblos donde tenía el inca sus posesiones। Mucho temor deben haber tenido algunos españoles del Cuzco, quienes, según un testimonio contemporáneo citado por Ángelis, no sólo se refugiaban en las iglesias sino que 'pedían a los sacristanes les franqueasen las bóvedas para sepultarse vivos"। Sentir miedo y que sea público es algo que los soberbios jamás perdonan. El miedo pasado y la «repulsión a la idea de que los "bárbaros" pudieran

Ejecución de Túpac Amaru
Extractado del libro "Las mil y una historias de América", de Lucía Gálvez, editorial Norma। 1999।

martes, 29 de enero de 2008

CANTO CORAL A TÚPAC AMARU, QUE ES LA LIBERTAD


CANTO CORAL A TÚPAC AMARU, QUE ES LA LIBERTAD

(De Edición Extraordinaria, 1958)



Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto

Micaela Bastidas



Lo harán volarcon dinamita. En masa, lo cargarán, lo arrastrarán. A golpesle llenarán de pólvora la boca. Lo volarán: ¡y no podrán matarlo!



Lo pondrán de cabeza. Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos, Lo patearán a toda furia. Luegolo sangrarán

¡y no podrán matarlo!



Coronarán con sangre su cabeza; sus pómulos, con golpes. Y con clavos sus costillas. Le harán morder el polvo. Lo golpearán: ¡y no podrán matarlo!


Le sacarán los sueños y los ojos Querrán descuartizarlo grito a grito. Lo escupirán. Y a golpes de matanza lo clavarán: ¡y no podrán matarlo!


Lo podrán en el centro de la plaza, boca arriba, mirando al infinito. Le amarrarán los miembros. A la malatirarán: ¡y no podrán matarlo!


Querrán volarlo y no podrán volarlo. Querrán romperlo y no podrán romperlo. Querrán matarlo y no podrán matarlo. Querrán descuartizarlo, triturarlo, mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.


Querrán volarlo y no podrán volarlo. Querrán romperlo y no podrán romperlo. Querrán matarlo y no podrán matarlo.


Al tercer día de los sufrimientos, cuando se crea todo consumado,gritando ¡libertad! sobre la tierra, ha de volver. ¡Y no podrán matarlo!